En Sueños sin descanso caminé sola.
Por estrechas calles de empredado
debajo del halo de una luminaria
me levanté el cuello al frio y la humedad 
cuando mis ojos fueron apuñalados
por el flash de la luz de neón, que resquebraja la noche y acaricia 
LOS SONIDOS DEL SILENCIO.